Descripción
Todos tenemos ese grupo de amigos con el que salir de fiesta es un deporte de riesgo, especialmente cuando el camarero se acerca con el papelito de la factura. La Cuenta captura perfectamente esa tensión “amistosa” de ver quién es el más rápido en mirar hacia otro lado cuando llega el momento de pagar.
La partida se divide en bares (rondas). En cada bar, los jugadores van haciendo “pedidos a cocina” jugando cartas de su mano. El objetivo es sencillo de entender pero difícil de ejecutar: no ser el último en quedarse sin opciones.
Cada turno juegas una carta. Si llega tu turno y no tienes nada que jugar… ¡pum! Te toca pedir la cuenta. Pagarás lo acumulado y tus ahorros empezarán a bajar peligrosamente.
Aquí no gana el que más come, sino el que mejor gestiona su efectivo. La partida es una carrera de resistencia. Bar tras bar, los ahorros de todos irán mermando. Tienes que saber cuándo jugar tus cartas fuertes para obligar a los demás a claudicar antes que tú.
El juego se detiene en seco en cuanto alguien se queda sin un solo céntimo en sus ahorros. En ese instante, todos cuentan lo que les queda. El que haya logrado retener más dinero en su hucha será el ganador. Y si hay empate, ¡el que tenga más calderilla encima se lleva los honores!
Es el juego perfecto para grupos grandes (¡pueden jugar hasta 8 personas!). Las reglas se explican mientras te tomas la primera caña y la interacción es constante. Hay algo extrañamente satisfactorio en ver cómo tu amigo se queda sin cartas y tiene que pagar esa ronda de tapas imaginarias.
Si buscas un juego de cartas ligero, con mucho “pique” y una temática con la que todos nos sentimos identificados, La Cuenta no puede faltar en tu próxima reunión. Eso sí, ¡en la vida real les recomendamos ir a medias!













